Un pastor, llamado y capacitado por el Espíritu Santo, e impulsado por el amor a las almas, dirige los pecadores hacia Cristo como Creador y Redentor y les enseña cómo compartir su fe y llegar a ser discípulos eficaces. Comparte regularmente una dieta espiritual equilibrada y fresca, resultado de su comunión con Dios y con su Palabra. El pastor muestra la gracia salvadora y el poder transformador del evangelio, al:
• Empeñarse en que su familia sea un modelo de lo que el Señor espera del matrimonio y la familia.
• Predicar sermones basados en la Biblia, sermones Cristocéntricos, que alimenten a los miembros y apoyen a la Iglesia mundial, enseñándoles las creencias fundamentales de la Palabra de Dios.
• Invitar a todos a someterse al poder transformador del Espíritu Santo a fin de que el evangelio pueda ser manifestado en la vida compasiva del creyente dirigido por la fe.
• Conducir a la Iglesia local en una vigorosa actividad evangelizadora que dé como resultado, no sólo un incremento de la hermandad, sino también el establecimiento de nuevas congregaciones, manteniendo, sin embargo, un fuerte apoyo tanto a la obra local como a la obra mundial de la Iglesia.
• Dar evidencias de un ministerio eficaz al aumentar numéricamente la feligresía y al crecer en experiencia espiritual y en la adoración, apresurando así el regreso del Señor.
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