Mi padre: un extraordinario padre “normal”.
Mi padre, Enrique Carlos Flores Martínez, es un
gran hombre. La grandeza de su vida se hizo sin que tal vez él se diera cuenta,
hizo su vida como un padre común. Hay
nobleza en la vida de un hombre que se ofrece a su familia durante décadas,
sacrificando los deseos personales, comodidades y, a veces sueños para el
mejoramiento de su familia; hay nobleza y obediencia en un hombre que dejando
todo abraza el ministerio y sirve a los demás.
Mi padre vivió esta vida, estableciendo
con toda claridad un ejemplo de un proveedor desinteresado, de un cristiano y
pastor fiel al Señor. Como padre, nuestro papá se sacrificó personalmente para
que nosotros sus hijos, seis varones, podamos experimentar esfuerzos
enriquecedores para toda la vida.
Un hombre culto e inteligente,
papá alentó la educación en nosotros. Su
ministerio comenzó en la ciudad de Loncoche y desde ahí fuimos trasladados a
diversas ciudades, muchos de esos traslados fueron sorpresivos pero nunca le oímos
quejarse o producir un cambio en su enorme paciencia.
Mi padre es un hombre tranquilo, humilde. Hombre de increíble
paciencia y disciplina. Su ética
de trabajo es de lo mejor, y estoy agradecido de haber aprendido de él el valor
del trabajo y amor por el santo llamamiento.
Por desgracia, últimamente una
compleja enfermedad está robando a mi padre de muchas de sus habilidades, sin
embargo, esta enfermedad cruel no tiene poder para robar la preciosa esencia de
este hombre amable y fe. Su dependencia
del Señor se ha acrisolado, solo espera en Él.
Me veo con orgullo como su
hijo, su legado es notorio en nuestra familia, en la vida de mis hijas - su
ética de trabajo, la entrega desinteresada a los demás y la alegría en el
aprendizaje.
Tengo la sensación de algunos
de los rasgos de mi padre en mí y yo los atesoro y valoro, mientras me esfuerzo
en poder seguir su ejemplar vida, como padre y ministro del Evangelio.
- NOTA: Nuestro padre falleció y fue trasladado a la presencia del Señor el día 09 de noviembre del 2013.
C. Iván Flores Hernández
Iquique, octubre 2013.